Este roble centenario se encuentra junto a la casa. No hay datos acerca de la edad del árbol, pero se calcula que fácilmente pueda pasar de los doscientos años. Un árbol con casi tres metros de perímetro y aproximadamente una docena de metros de altura. Sus hojas dan sombra sobre la parte sur de la casa, donde se encuentra la entrada principal, cobijándola de los calores veraniegos. Por el contrario, en el invierno, la caducidad de las hojas permite dejar pasar los cálidos rayos solares.
Ha visto pasar varias generaciones y ha sido testigo mudo de la evolución experimentada, en las labores agrícolas, por los propietarios de la casa. Durante muchos años trabajos casi manuales con el apoyo de bueyes y mulas, posteriomente conoció la maquinaria agrícola más moderna y ahora ve el trajín de los viajeros que se alojan en la casa procedentes de distintos lugares.
Antes y ahora, durante las tardes y noches de verano ha sido atento oyente de las tertulias de las personas que se sentaban a su sombra.
También ahora, como antes, es cobijo de pajarillos que con sus alegres cantos nos indican que están, pero son difíciles de ver entre tanta maraña de hojas y ramas.
Acompaña a este roble un viejo nogal con la curiosa forma de una de sus ramas principales, ya que se extiende de forma horizontal, hasta un punto en el que asciende, formando un cuatro.
Ha visto pasar varias generaciones y ha sido testigo mudo de la evolución experimentada, en las labores agrícolas, por los propietarios de la casa. Durante muchos años trabajos casi manuales con el apoyo de bueyes y mulas, posteriomente conoció la maquinaria agrícola más moderna y ahora ve el trajín de los viajeros que se alojan en la casa procedentes de distintos lugares.
Antes y ahora, durante las tardes y noches de verano ha sido atento oyente de las tertulias de las personas que se sentaban a su sombra.
También ahora, como antes, es cobijo de pajarillos que con sus alegres cantos nos indican que están, pero son difíciles de ver entre tanta maraña de hojas y ramas.
Acompaña a este roble un viejo nogal con la curiosa forma de una de sus ramas principales, ya que se extiende de forma horizontal, hasta un punto en el que asciende, formando un cuatro.
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